Juan te conocí en una sesión en mi servicio, en el 061 de Madrid. Fuiste a hablarnos de la lesión medular. Yo, entonces, estaba ilusionado con unos resultados que se habían publicado sobre la utilización de los corticoides y lo que eso podía significar si los poníamos en los primeros minutos, en la calle, donde atendíamos al paciente. Te vi hablando de la lesión medular y me enganchaste. Todo era pasión: tu forma de hablar, tus gestos... Dijiste que ibas a dar un curso en el colegio de médicos de Madrid y allí que me fui y allí me retaste a colaborar en un proyecto de prevención de lesiones medulares, que ibas a presentar en unas jornadas. Acepté el reto y me enganchaste ¡y tanto que me enganchaste¡

Empecé, entonces, a colaborar con AESLEME. Recuerdo aquellas charlas en las universidades y el enfado que te pillaste porque en la facultad de Medicina de la Complutense, la sala estaba prácticamente vacía. Me llevaste a conocer a gente que yo ni imaginaba que pudiera ir a visitar, ministros, directores generales de Tráfico… me llevaste a jornadas, congresos y cursos. Continuamente estabas maquinando en tu cabeza ideas para la prevención y el cuidado de la lesión medular. Creías en el trabajo que desde la extrahospitalaria hacemos, porque siempre que organizabas algún evento, allí estabas metiendo un hueco para la gente de urgencias.

Juan, me acompañaste cuando falleció mi hija, me diste consuelo, y me diste cosas que ni imaginaba el bien que podían hacerme entonces. Sé que ahora estarás jugando con ella y eso me consuela.

Gracias Juan. Qué la tierra te sea leve.

Puedes llorar porque se ha ido, o puedes

Sonreír porque ha vivido.

Puedes cerrar los ojos

Y rezar para que vuelva,

o puedes abrirlos y ver todo lo que ha dejado;

tu corazón puede estar vacío

porque no lo puedes ver,

o puede estar lleno del amor

que compartisteis.

Puedes llorar, cerrar tu mente, sentir el vacío

y dar la espalda,

o puedes hacer lo que a él le gustaría:

Sonreír, abrir los ojos, amar y seguir.

David Harkins