El 30 de septiembre de 2003, el bailaor Juan Manuel Fernández Montoya, Farruquito, se saltó un paso de cebra en la avenida de la Soleá, en Sevilla, y arrolló con su BMW a un peatón, Benjamín Olalla. Acto seguido, se dio a la fuga, dejando abandonada a la víctima, que murió horas después, ya en el hospital Virgen del Rocío. Farruquito, que conducía de forma temeraria sin permiso de conducir no declaró nada. Según sus abogados, fue asesorado por dos policías amigos suyos que le aconsejaron que inculpara a su hermano, ya que –como era menor de edad- recibiría un castigo menor. Sin duda, un caso que ha hecho correr ríos de tinta y que ha sentado todo un precedente.