Como asociación de prevención y víctimas de accidentes que somos, nuestra labor se ha desarrollado, siempre, con el apoyo y reconocimiento de la DGT y, por tanto, del Ministerio del Interior. Nuestra estrecha relación con la DGT viene ya de muy lejos, con nuestros queridos Miguel María Muñoz (1988-1996) y Carlos Múñoz-Repiso (de 1996-2001) a la cabeza de la Institución. Sin embargo, no fue hasta que Alfredo Pérez Rubalcaba llegó a la Cartera del Interior, que los representantes de las asociaciones de prevención y víctimas fuimos recibidos, nos sentimos realmente escuchados y se nos situó en el centro de la acción y la reflexión y percibimos una verdadera sensibilidad hacia el tema y una clara intención de combatir la siniestralidad vial.

Rubalcaba era un hombre entrañable, de trato cariñoso y con un fino arte para escuchar y tomar en consideración los problemas que se le trasladaban. Supo ver la importancia de reducir el drama humano, económico, sanitario y social de los siniestros viales. Tuvo la sensibilidad y el tino de situar la Seguridad vial como una prioridad política y todo esto llevó a que las cifras de fallecidos, en nuestras carreteras, descendiera de forma inaudita, acumulando ocho años de descensos consecutivos: en 2006 fue nombrado Ministro del Interior por primera vez y ocupó el cargo hasta el año 2011, pasando de contabilizarse 4.104 fallecidos, al año, por accidentes de tráfico, a reducirse la cifra un 50%, cuando dejó la Cartera (2.060 muertos en 2011, el dato más bajo hasta la fecha).

Por todo esto, en Aesleme hemos sentido, profundamente, la pérdida de quien consideramos un amigo y un compañero en la lucha contra la siniestralidad. Es cierto que contó, como mano ejecutora, con el buen hacer y absoluto compromiso del director de la DGT, Pere Navarro. Pero lo que queremos resaltar aquí es la importancia de colocar la Seguridad vial como prioridad política: en el año 2004 aparece, por primera vez, esta materia en los programas electorales de los partidos, pero no es hasta que Rubalcaba es Ministro y Pere Navarro director de la DGT, que hacen llegar el problema a Presidencia; José Luis Rodríguez Zapatero recibe también a las víctimas y, por primera vez, como cuenta la periodista Elsa Granda en El País, la seguridad vial llegó a un Debate del estado de la Nación, un hecho que no tenía precedentes y que, por cierto, no hemos tenido “la suerte” de volver a contemplar.

Como también cuenta Elsa Granda en su artículo del El País “por los pasillos de la sede central de la DGT en Madrid nunca antes se había visto tan a menudo a un ministro” y de hecho, fue él como Ministro, quien comienza a presentar “Las principales cifras de siniestralidad”, junto con el subsecretario del Interior y el director de Tráfico, pero el caso trascendental aquí, es que ahora tomara la palabra el máximo representante del Interior, pues suponía elevar, de nuevo, el problema y, muy importante también, implicar a los medios de comunicación en esta lucha. Los medios son elementos clave, sin duda, como pudo constatarse en aquella época, por primera vez, para combatir la siniestralidad, al conducir este tema a la sociedad y crear debate y alarma social.

Por tanto, se supo trasladar la Seguridad vial al foco de los medios, tratándola como una prioridad política y se supo integrar a la sociedad civil, entre la que se encuentra Aesleme, en la ecuación -propuestas, convocatorias de prensa, congresos, reuniones, etc- y teniéndonos en cuenta, además, en la toma de decisiones. Con esto, queremos hacer ver que, aunque muchos han calificado de “milagrosa” la disminución de los datos en aquella época, el milagro se debe al trabajo conjunto de la sociedad civil, los medios de comunicación, el director de tráfico… pero, todo ello, concentrado en algo tan básico y difícil de encontrar como es la voluntad política, reflejada, en este caso, en la voluntad del ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba.

No podemos terminar este reconocimiento a su labor y persona sin recordar el XX Aniversario de Aesleme, que compartió con nosotros. Rubalcaba nos acompañó, se integró de manera cercana con todos los asistentes -representantes de la sociedad civil, del seguro, de las distintas entidades de seguridad vial, familiares y amigos- nos regaló su chispa, trato entrañable, amabilidad, forma de escuchar y de dialogar…

 

Gracias por todo tu trabajo y cariño, te debemos mucho,
no te olvidaremos nunca...