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- Ana Carchenilla
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Desde Aesleme, como asociación de víctimas y de prevención de accidentes, nos vemos obligados a hacer una reflexión sobre el caso del profesor Neira, pues nos ha causado gran desasosiego, no solo su conducta al volante, sino más allá, sus declaraciones.
Aesleme, durante 20 años, ha desarrollado sus campañas de concienciación y educación vial en centros escolares, institutos, cuarteles, empresas y, en los últimos años, en autoescuelas, como parte del programa de recuperación por puntos. Ante el importante descenso de víctimas mortales, más de la mitad desde el año 2001, así como la reducción de lesiones medulares por accidentes de tráfico, hemos querido pensar que se había obrado un cambio en la conciencia social y que los españoles empezábamos a comprender la responsabilidad que supone ponerse al volante de un automóvil.
Pero ahora, con las declaraciones de Jesús Neira, frases como: “El delito contra la seguridad vial se basa en un comportamiento imprudente, todos podemos cometer esa imprudencia. Una buena tarde, después de una ingesta de determinadas bebidas, nos ponemos delante de un volante”; “no he hecho nada para que me echen porque no he robado, no he mentido, ni me he saltado la legalidad”; “no puedo tomar una copa porque tomo un medicamento incompatible con el alcohol”; “menos mal que se fijó un policía en que no tenía una conducción normal, porque si no hubiera habido una desgracia. Me sentía completamente fatal y no tenía buena visión”… Hacen que nos preguntemos si aún no hemos entendido el peligro del mensaje: “por un día no pasa nada, cualquiera puede cometer una imprudencia” o del concepto de que si no estamos capacitados para conducir -de forma permanente o transitoria por algún tipo de medicamento- no debemos hacerlo.